Iglesia salvadoreña rechaza que Romero se convierta en “personaje político”
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- Categoría: Internacional
- Publicado el Martes, 2 Abril 2013 4:35pm
La conmemoración oficial del asesinato de Romero se llevó a cabo el pasado 16 de marzo para no interferir con el Domingo de Ramos, que marca el inicio de la Semana Santa, aunque hoy siempre se han celebrado diversas actividades para homenajearlo.
San Salvador - La iglesia católica de El Salvador rechazó hoy que se pretenda convertir en “personaje político” al arzobispo de San Salvador Oscar Romero, asesinado hace 33 años en un crimen que sigue en la impunidad. Por el contrario, Romero “debe verse como el pastor que nos unifica”, afirmó el actual arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar, en rueda de prensa después de la misa del Domingo de Ramos, que coincidió con el aniversario del crimen.
El 24 de marzo de 1980, un francotirador asesinó a Romero de un disparo en el pecho mientras el arzobispo, de 63 años, oficiaba una misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer en San Salvador, cuando estaba por estallar la guerra civil que se prolongó hasta 1992.
Hoy también se celebra el Día Internacional del Derecho a la Verdad de las Víctimas de Graves Violaciones de los Derechos Humanos, declarado por la ONU en 2010 en honor a Romero, que se caracterizó por defender a los pobres y denunciar las injusticias en medio de la represión que precedió al conflicto armado.
Escobar bendijo las palmas del Domingo de Ramos junto a la tumba de Romero en la cripta de la catedral de San Salvador, y en la misa pidió a los salvadoreños que recen por la pronta canonización del fallecido, cuyo proceso empezó en 1994 en el Vaticano.
Advirtió, en la rueda de prensa, de que ese proceso podría ser afectado si se politiza al ya conocido como “obispo mártir” o “San Romero de América”. El Salvador vive ya un ambiente pre-electoral rumbo a los comicios presidenciales de 2014, aunque Escobar no lo aludió.
“Pudiera darse que se busque apropiarse alguna ventaja de carácter político, ya sea para favorecer una idea política o para desfavorecer, ya sea elevando la imagen de monseñor Romero o atacando, y eso no sería justo”, señaló el arzobispo. Argumentó que “monseñor Romero no fue un personaje político.
Fue un personaje de iglesia, un verdadero pastor, predicó el Evangelio; por tanto, no es justo con él hacerlo un personaje que está en el ambiente político partidista”. “También sería injusto porque esto afectaría el proceso” en el Vaticano, cuyo avance se desconoce porque “es muy discreto, no se publica”, comentó Escobar.
Asimismo, advirtió sobre “las consecuencias” de anular la Ley de Amnistía, de 1993, como pidieron el pasado 20 de marzo organismos locales de derechos humanos a la Corte Suprema de Justicia porque ha dejado en la impunidad los crímenes cometidos durante la guerra civil, entre ellos el de Romero.
En la iglesia salvadoreña “no tenemos una opinión unificada” al respecto, pues hay criterios divergentes en su jerarquía, aunque “estamos a favor de la justicia”, matizó el obispo. “Una Ley de Amnistía es lo que posibilita finalizar (un) conflicto (...), aunque se evite hacer justicia”, pero “lo mejor es hacer justicia”, manifestó.
Escobar enfatizó que una eventual anulación de esa ley podría llevar a “una espiral de violencia” y a que “cada quien venga a exigir que se le paguen (los daños sufridos en la guerra), ya sea en forma judicial” o “económica”.
La Comisión de la Verdad que investigó los crímenes cometidos durante la guerra civil indicó en su informe, en 1993, la “plena evidencia” de la complicidad en el asesinato de Romero del ya fallecido Roberto D’Aubuisson, fundador de la derechista Alianza Republicana Nacionalista, partido que gobernó el país en 1989-2009.
Al igual que el asesinato de Romero, siguen en la impunidad muchos crímenes de lesa humanidad cometidos en la guerra civil, como la matanza de seis sacerdotes jesuitas (cinco de ellos españoles) y dos colaboradoras salvadoreñas (1989). Asimismo, varias masacres perpetradas por militares en zonas rurales, entre ellas la de El Mozote (1981), que dejó cientos de víctimas.