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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Web hace microcréditos a quienes no tienen chance con bancos analizando perfil en FB o Twitter.  Todo es revolucionario en Lenddo.com.co. Desde las oficinas en donde funciona en Bogotá –que son arrendadas por días e incluso por horas– hasta la actividad a la que se dedica este sitio web: prestar plata a confianza por Internet. Se trata de una empresa de microcréditos creada hace 11 meses simultáneamente en Colombia y en Filipinas que les presta dinero a un interés del 2.08 por ciento a quienes suelen ser rechazados por los bancos por no tener bienes, historial crediticio o una tarjeta de crédito. Ninguno de los casi mil clientes de esta financiera virtual (esta semana iban 967 en todo el país) han tenido que hacer fila o estampar su huella digital para acceder a un crédito. Es más, a casi ninguno de ellos, que han obtenido desde 500.000 hasta 4 millones de pesos, los han visto en persona. En cambio, eso sí, todos han debido relacionar, en detalle, su vida virtual. De qué redes sociales hacen parte, quiénes son sus amigos en la web y cuáles son las opiniones que de ellos rondan en el ciberespacio. La idea de la organización, conformada por 22 jóvenes, es hacer un cruce de información para descubrir quién es el aspirante y si aplica para un crédito. “Lo chévere de esto es que casi todo el mundo aplica”, explica el presidente para América de Lenddo, el estadounidense Dan Gertsacov, quien antes ocupó altos cargos en Google (fue director regional), Univisión y MTV. “Basta con que sea una persona honesta y que esté trabajando para que le prestemos”, enfatiza. “Exigimos que el aspirante al crédito cree un pequeño grupo de confianza con un par de amigos o familiares, y que se inscriban en la página. La idea es que si esa persona cumple los pagos, pues los miembros de lo que hemos denominado “red de confianza” califican cada vez mejor para un nuevo crédito”. Gertsacov explica que ellos no captan dineros del público y que el negocio se sustenta en capitales privados de los mismos fondos de inversion que en s u momento les dieron vida a Facebook o a LinkedIn. “Importantes empresarios colombianos han creído en nosotros y también han invertido en el sueño de crear esta gran red de confianza”, agrega Gertsacov. Según un concepto de la Superintendencia Bancaria, en Colombia el otorgamiento de crédito, siempre y cuando se haga con recursos propios, y no conlleve una operación financiera de captación de dineros del público, no es una actividad ilegal. De ahí la razón por la que Lenddo.com no es vigil a d a por esa entidad. Los colombianos son gente en la que se puede confiar, según los incipientes registros de la empresa. Lenddo ha prestado 1.500 millones de pesos en 11 meses de funcionamiento y, a día de hoy, solo está en riesgo – según dice Gertsacov– menos del 5 por ciento de ese capital. “El 96 por ciento de las personas a las que les hemos prestado nos han pagado cumplidamente. De hecho, la mayoría de nuestros clientes ya van en su segundo o tercer crédito”, dice el líder de la organización. Todo funciona en una sencilla historia que se saben de memoria los empleados y que pareciera ser la columna vertebral de la empresa. Hace 100 años no existían las famosas centrales de riesgo como Datacrédito. Pero sí había créditos. Entonces ¿cómo pedías un crédito? Sencillo. El banquero te conocía. Si no te conocía, iba a donde el cura y preguntaba si ibas a misa. Preguntaba al tendero si eras una persona de fiar. La reputación es lo que vale. Lo que pasó es que la comunidad creció y ya nadie conoció a nadie. “Entonces hoy –dice Gertsacov poniendo cara solemne– le prestan solo al que tiene crédito. Y eso es un círculo vicioso que nadie puede romper”. Es por eso que el público objetivo de esta moderna oficina, situada en un exclusivo sector de la ciudad y decorada con expresiones en inglés de las últimas tendencias del marketting, son los estratos dos y tres. “Es que ese sector está totalmente desatendido. Si ganas uno o dos millones de pesos, y eres estudiante o apenas estás empezando, pues nadie te presta” asegura.