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Viernes, 15 de Noviembre del 2024
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“Lo que más extraño de Steve Jobs es la época antes de fundar Apple, de todo lo que íbamos a hacer juntos”

Apple

A los 6 años Steve Wozniak oía voces, pero no había nada de malo con su mente. O con sus oídos. Las voces provenían de una sencilla radio a galena que él mismo había construido.

El hombre que fundaría Apple junto con Steve Jobs en 1976 fue, antes que ninguna otra cosa, un niño prodigio. Como Mozart, y con la ayuda constante de su padre Jerry (que fue algo así como un Leopold de los tiempos modernos), tenía oído absoluto para la matemática e incorporó los conceptos básicos de la electricidad y la electrónica al mismo tiempo que aprendía a leer y escribir.

“Me encantaba mirar a mi padre trabajar y, a los 7 u 8 años, los cables y circuitos ya formaban parte de mi vida,” rememora, en una charla pública con Facundo Manes, durante la ExpoInternetLA 2015.

Dentro de un rato, podré sentarme a charlar con él. Es una conversación que he aguardado durante gran parte de mi vida adulta. Porque ese hombre campechano de sonrisa perpetua y gestos amplios es el inventor de la computadora personal. Ni más ni menos. A él se le ocurrió conectar un televisor y un teclado sencillo y económico a las incipientes computadoras para hobbistas en los 70. A él se le ocurrió una forma inédita de crear imágenes a color usando chips de 1 dólar.

A él se le ocurrió que los juegos de video podían programarse en software, en lugar de crearse mediante hardware, como se hacía entonces. Sí, también la vasta y opulenta industria actual de los videogames nació de las interminables elucubraciones de un muchacho que, sin embargo, sólo se graduaría en la universidad cuando Apple ya era una compañía pública y él se había vuelto millonario y célebre.

Pero Woz (como lo conoce todo el mundo) no sólo fue un niño prodigio que a los 11 años ya tenía su propia licencia como radioaficionado y a los 13 había creado una calculadora electrónica basada en transistores, sino que también tuvo la rara fortuna de encontrarse a sí mismo tempranamente. Siempre supo que quería ser ingeniero. No quería llegar a gerente ni administrar grandes sumas de dinero. Su felicidad estaba en otra parte. En el arte de la electrónica y la ciencia de las computadoras. Hay, en San José, California, Estados Unidos, una calle que lleva su nombre: Woz Way. Es raro que se les conceda este privilegio a personas vivas.

“Nunca quise dinero -explicó en un reportaje a The Seattle Times, en 2006-. Así que tan pronto como gané toda esa plata con Apple traté de sacármela de encima, e invertí mucho en museos. Por eso, bautizaron salas de escuelas con mi nombre, y la calle en San José es uno de los mejores reconocimientos que recibí. Woz Way.