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Viernes, 15 de Noviembre del 2024
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Luchar por una justicia que nos armonice

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Justicia

Leyes nos cohabitan, quizás nos sobren, lo que falta es que haya justicia para defender la vida,para abrazar la verdad, para sentir el amor en doquier lugar del planeta. Precisamente, el crecimiento delas desigualdades y las pobrezas es una de las tremendas injusticias del tiempo presente. ¡Triste época lanuestra que no sabe ni amar!. Así no podemos fraternizar, humanizarnos, respetarnos en definitiva.Convendría poner con urgencia el intelecto al servicio de nuestro análogo. Cada uno se ha de poner en ellugar del otro, cuando menos para poder entrar en raciocinio a la hora de repartir los bienes terrenales.

Ciertamente, ahora con este mundo tan complejo unas veces y tan acomplejado otras, se precisan foros dediscernimiento, porque a veces pensamos que erradicar la indigencia es un acto de compasión, y enrealidad es una acto de justicia. Ya sabemos que la clemencia, buena siempre, es en muchos casos laprecursora de la rectitud, pero no hay que perder el fundamento de contribuir, cada uno según susposibilidades, al desarrollo humano integral, que todos nos merecemos por el hecho de ser personas yvivir.Por eso, todos tenemos que luchar por la justicia, a través del espíritu solidario, para superaregoísmos, intereses de grupo, personalismos de pandillas, codicias de cuadrillas, individualismosabsurdos que nos retrotraen a las cavernas.

El mundo se ha mundializado como jamás, y por ende, precisaun estado de mente abierta, una disposición a la benevolencia y a la confianza de unos para con otros. Apropósito, nos alegra enormemente que en sus setenta años de historia, la Corte Internacional de Justicia (CIJ) se haya consolidado como una institución íntegra, imparcial y muy respetada. Sería bueno, portanto, que los Estados que no han aceptado su jurisdicción todavía, lo hiciesen en un futuro próximo pararesolver las disputas pacíficamente, pues, la ley internacional es más importante que nunca en un mundoglobal; donde va a ser vital la mediación, el arbitraje y el arreglo judicial.Para desgracia en nuestras sociedades solemos confundir la justicia con la venganza, lo quecontribuye a incrementar a ún más la crueldad, sin prestar suficiente cuidado a la situación en que quedanlas víctimas, confundiendo la reparación únicamente con el castigo.

Pienso que debemos avanzar en la reeducación, hacer lo posible por corregir conductas, reinsertarnos a nuevos horizontes, hacer frente aldaño causado para poder replantearnos una nueva vida sin quedar hundidos por el peso de nuestrasmiserias, que todos tenemos en abundancia. En este sentido, como decía el poeta chileno Pablo Neruda: ”Sólo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad atodos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano”. Cuánta verdad hay en el aguante, en lacomprensión, en la ayuda incondicional. En efecto, son los virtuosos de la justicia tan necesarios como elsol de cada día, siempre dispuestos a entender rehabilitando vidas, recuperando existencias, reponiendolibertades. Los necesitamos, sin duda.

Claro que sí, anhelamos personas que hagan lo que lescorresponde, que cultiven la mano extendida, y ejemplaricen con sus acciones el camino porque, apartede saber lo que es justo, lo aman hasta el extremo más preciso y precioso. Evidentemente, esta justicia humanizadora o humanista que dignifique y enaltezca a todo serhumano, suele no tener presencia en nosotros, a pesar de que es genuinamente conciliadora yreconciliadora. Qué bueno sería que este mundo globalizado pudiera remediarse por sí mismo, redimirsepara evitar tantos sufrimientos inútiles, refundarse armónicamente y así crear unas relaciones deconvivencia verdaderamente melódicas. En cambio, si nosotros vivimos según la ley del “ojo por ojo,diente por diente”, nunca saldremos de la espiral del mal; y, difícilmente, vamos a poder incluir el bien ennuestra existencia. ¡No nos dejemos despojar de la bondad que nos fraterniza!.

Al fin y al cabo, la justiciatambién es una virtud, un deseo de reconocer maldades y de renegar de ellas, de examinar errores y dereponer daños, de confesar ofensas y de manifestar arrepentimiento, sabiendo que el castigo más justosiempre es aquel que uno mismo desde su interioridad se impone.