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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Satanizar inmigrantes es el arma electoral de Trump

Por: Maribel Hastings
Washington DC.-

Durante el fin de semana quedó clarísimo que la estrategia del presidente Donald J. Trump para las elecciones intermedias consistirá en seguir golpeando su piñata favorita: los inmigrantes. En una escala en Cleveland, Ohio, presuntamente para promover las bonanzas de su reducción tributaria entre las familias estadounidenses, Trump volvió a la carga con el tema migratorio desde su perspectiva de falsedades y exageraciones con la única intención de seguir atizando el prejuicio y seguir apartando a Estados Unidos de su tradición inmigrante. Trump habló de la “catástrofe” en la frontera con el arribo de la caravana de migrantes centroamericanos.

La presunta “invasión”, el caos y el descontrol a los que se refiere son los poco más de 200 migrantes, 228 hasta el viernes, mayormente mujeres y niños huyendo de una violencia sin cuartel, que ingresaron a Estados Unidos para iniciar su proceso de solicitud de asilo, algo totalmente legal. El desenlace, claro está, es incierto. Muchos seguramente serán ingresados a centros de detención en tanto se deciden sus casos, y para muchos, la decisión final no será favorable, sobre todo en estos tiempos y con una administración totalmente hostil.

Pero nada de eso impide que Trump los siga satanizando para fines electorales, presentándole a sus seguidores un circo de tres pistas con un denominador común, una guerra cultural y racial, porque es evidente que a la base antiinmigrante de Trump no la mueven los temas económicos sino su preocupación por los inevitables cambios demográficos que ya son una realidad en Estados Unidos.

Trump sabe a perfección lo que alborota a su base. Sabe también que tiene que mantener a esa base entusiasmada para que vote en noviembre y el Congreso permanezca con mayorías republicanas que garanticen su agenda y, sobre todo, su supervivencia política en caso de que sus dramas legales le compliquen el panorama. Y para que esa base esté contenta, a Trump no le importa seguir atacando a inmigrantes, a nuestras instituciones, o al Estado de derecho, como lo hacen los buenos autócratas.

Por ejemplo, el sábado Trump criticó que los inmigrantes puedan presentar sus casos ante jueces. Según él, esto es “ridículo” y de paso mintió al decir que hay “miles” de jueces de inmigración. El viernes, ante la convención de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), Trump declaró que las leyes de inmigración de Estados Unidos fueron “escritas por personas que no aman a nuestra nación”. Su estrategia de crear un caos migratorio en la frontera y en la nación lo llevó a decir además el sábado que quizá sea necesario “cerrar el país” para lidiar con la situación.

Las crisis han sido de su propia creación. Canceló DACA, y mientras el caso se dilucida en tribunales hay casi 800 mil Dreamers, personas productivas, con sus vidas en vilo; le ha cancelado el TPS a más de 315,000 personas que han estado viviendo en este país, con un permiso, por más de 20 años, trabajando, pagando impuestos, abriendo negocios y formando familias, y ahora les da un plazo para que se vayan como si sus naciones, muchas plagadas de violencia y problemas económicos, pudieran absorberlos. Estamos hablando de más de un millón de personas. Si son productivos y tenían un permiso, ¿por qué lanzarlos a un limbo? Porque puede y quiere.

A esto súmele sus planes de reducir la inmigración documentada y los refugiados, las constantes redadas y el ambiente hostil que su retórica y acciones antiinmigrantes han creado en el país, no solo para los indocumentados sino para residentes permanentes e incluso ciudadanos que han caído en la amplia red de persecución de este gobierno.

Según nos adentramos en la política de año electoral, póngale el sello que la retórica y las acciones antiinmigrantes irán in crescendo. Trump busca desviar la atención de los electores de los problemas legales que lo consumen con sus chivos expiatorios favoritos: los inmigrantes. Lo triste es que su retórica antiinmigrante, su desdén por las instituciones, sus ataques a la prensa, su conducta vergonzosa, su normalización de la mentira, así como su política de cloaca y de división están haciendo un daño que perdurará más allá de lo que dure la pesadilla de su presidencia.

Lo que realmente somos como inmigrantes. Mientras el presidente Donald Trump se empeña en criminalizar a todos los inmigrantes, siguen apareciendo casos que forman parte de nuestra vida diaria para demostrar que la mayoría de los inmigrantes que vivimos en este país somos meritorios y luchamos diariamente para aportar y ser parte clave de esta sociedad.

Este mes de mayo, en el que la mayoría de las universidades de este país celebran sus graduaciones, quiero destacar el logro de una inmigrante en particular: María Alejandra, de 21 años de edad. María llego a los Estados Unidos desde la República Dominicana a la edad de 5 años. Cuando entró al colegio estuvo involucrada en muchas actividades, siempre enfocada en mejorar su educación. Formó parte de la orquesta de la escuela, donde aprendió a tocar la viola. En el área deportiva formó parte de la liga infantil de soccer para niñas. Cuando entró a la secundaria fue parte integrante del equipo de remo de TC Williams High School, ganando el primer lugar en el Campeonato Estatal de Remo (Junior Four) en 2013. María también formó parte del equipo de Debate, donde obtuvo el primer lugar en la competencia estatal para su colegio.

Desde muy pequeña tenía un objetivo claro y era graduarse del colegio con honores y entrar a una buena universidad para conseguir su título universitario. En 2014 fue aceptada en la Universidad de Virginia Polytechnic Institute and State University (Virginia Tech), donde este viernes 11 de mayo se gradúa Magna Cum Laude en Ciencias Políticas. María es la primera persona de su familia en graduarse en una universidad en los Estados Unidos.