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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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¿El futuro de la reforma migratoria? Depende de John Boehner, no de Bob Goodlatte

Por: María Ponce
Es momento de que el liderazgo de la Cámara Baja avance, y es hora de que Goodlatte se aparte del camino.

Washington, DC.-
El presidente del Comité Judicial de la Cámara Baja, Bob Goodlatte (R-VA), se ha descalificado a sí mismo esta semana de asumir un papel de liderazgo en el próximo debate sobre la reforma migratoria. Dejó en claro que se opone a una factible vía a la ciudadanía para los DREAMers y el resto de los 11 millones de personas, y se siente cómodo con que la reforma no ocurra este año. Si estás por involucrarte en una batalla que haga historia, es mejor que encuentres a alguien que sepa lo que se parece a la victoria y que de hecho quiera ganarla.

¿Ahora qué? No hay de qué preocuparse. Obtener un sí a la reforma migratoria nunca dependió de Bob Goodlatte. Claro, él estaba tratando de posicionarse para que el Partido Republicano pudiera obtener un “no”, pero con una carita sonriente. Ahora, es verdad que Boehner se ha colocado a sí mismo en una esquina con todas las concesiones de su proceso --fragmentado, no integral, la Regla Hastert, el orden normal, “no” a asumir el proyecto de ley del Senado--, pero hay un camino a seguir.

Aquí van nuestras sugerencias para los próximos pasos: 1) cuando termine el receso de agosto, hablar con sus representantes para quienes la reforma migratoria es importante en su reelección; 2) alentar al Grupo de los 7 a que haga pública su legislación bipartidista de tal modo que los miembros puedan responder a una propuesta específica en relación con la legalización y vía a la ciudadanía; 3) pedir al representante Paul Ryan (R-WI) y a otros que eduquen y citen al caucus para ver cuántos votos hay (apostamos a que hay suficientes para mantener un voto); 4) ignorar a Goodlatte y sus esfuerzos de debilitar el liderazgo y proponer una regla que permita a las muchas piezas de la legislación ser votadas durante la semana migratoria; 5) trabajar con los demócratas de la Cámara Baja para garantizar el apoyo a medidas clave, el acuerdo sobre el proceso y una vía gradual para las negociaciones del Senado; aprobar un proyecto final con fuerte apoyo republicano y demócrata en ambas cámaras.

Según Frank Sharry, de America’s Voice, “Boehner es y siempre ha sido la persona clave para la reforma migratoria en la Cámara Baja. De cara al otoño, enfrenta una elección de proporciones históricas. O lleva a la cámara a una legislación migratoria que marque un hito, o profundiza el daño a la imagen del Partido Republicano por una generación. Con el apoyo creciente a la reforma alrededor del país y de parte de todo el espectro político, así como con la oposición marginada, ¿de qué tiene miedo el presidente de la Cámara de Representantes? Algunos se preguntan, ¿y qué pasa con la Regla Hastert? Debería ser llamada la “Excusa Hastert”.

Ahora mismo existe una mayoría bipartidista en la Cámara Baja para proclamar una reforma con vía a la ciudadanía. ¿Realmente Boehner quiere sacrificar el futuro del Partido Republicano y boicotear a la mayoría de la Cámara Baja debido alguna inventada excusa de procedimiento? Otros preguntan, ¿tiene aún el representante Goodlatte un importante papel que asumir? No debería. No más. Él ha puesto en claro que se opone a la vía a la ciudadanía para la vasta mayoría de los inmigrantes indocumentados, incluyendo a los DREAMers, algo que está en el corazón del pacto bipartidista.

Goodlatte también señaló su intención de obtener un “no” en la reforma, expresando un deseo de pretender que quiere una solución sustancial, más que de hecho quererla. Por otra parte, Goodlatte continúa defendiendo políticas de línea dura como el SAFE Act: una draconiana legislación estilo Arizona que, en palabras de The New York Times, convertiría a millones de inmigrantes indocumentados en “delincuentes de la noche a la mañana”. El proyecto debilita a la Suprema Corte, criminaliza a los inmigrantes y legaliza el perfilamiento racial. No hay lugar para esa clase de políticas radicales en una reforma migratoria bipartidista.