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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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La visa para un sueño sigue en sala de espera

Por: Maribel Hastings

La reforma migratoria ha sido declarada muerta tantas veces, mismas que revive para contarla, que repetir que enfrenta nuevamente un momento crucial sería trillado si no fuera tan cierto. La Cámara Baja está en receso hasta el 12 de noviembre y cuando vuelva decidirá cómo repartirá el escaso tiempo que le resta a su calendario legislativo este año.

Públicamente se especula mucho y se dice poco sobre lo que ocurre tras bambalinas, donde se discuten medidas que podrían llegar al pleno de manera individual para lidiar con lo usual: la frontera, sistemas de verificación de elegibilidad laboral (E-Verify), proveer trabajadores a sectores de alta tecnología, entre otros.

También se ponderan medidas que pueden servir de vehículo para atajar la gran manzana de la discordia: qué hacer con los indocumentados que no son DREAMers y que constituyen el grueso de la población de los sin papeles del país.

¿Ciudadanía o sólo legalización? Se sabe, por ejemplo, que el congresista republicano de California, Darrell Issa, prepara un proyecto de ley que propondría qué hacer con los indocumentados. El líder republicano Eric Cantor, de Virginia, alista uno de legalización de DREAMers, pero no queda claro si sería un solo vehículo el que lidiaría con la legalización de indocumentados.

Se sabe que tres republicanos se han sumado a los 190-195 demócratas que coauspician el proyecto de reforma con vía a la ciudadanía HR 15 presentado por la minoría demócrata. A saber, Jeff Denham (R-CA), Ileana Ros-Lehtinen (R-FL) y David Valadao (R-CA). Serían casi 200 votos a favor de un plan con vía a la ciudadanía que sólo requeriría una veintena de votos para una mayoría simple de 218 requerida para aprobación.

Los republicanos que apoyan el HR 15, encabezados por Valadao, recaban firmas para una carta que solicitaría al liderazgo republicano un voto sobre la reforma migratoria y hay reportes de que contarían con hasta 50 firmas.

El congresista republicano de Michigan, Fred Upton, reiteró que una de las estrategias que baraja el presidente de la Cámara Baja, John Boehner, republicano de Ohio, es lograr que al menos la mitad del caucus republicano apoye la reforma y agregó que habría entre 120 y 140 votos republicanos a favor de dicha reforma migratoria. Hay 234 republicanos en la Cámara Baja.

El comentario de Upton sustenta la estrategia de aplicar la extraoficial Regla Hastert: llevar al pleno medidas que cuenten con el apoyo de una mayoría de la mayoría republicana. Persiste la lucha entre los intereses locales y nacionales del Partido Republicano.

Congresistas con escasa población latina en distritos seguros que consideran que pueden ignorar la reforma aunque poco a poco sus distritos vayan cambiando demográficamente y a pesar de que el país ya lo ha hecho y su estrategia de mano dura en inmigración o de ser cómplice de la inacción ha ido en detrimento de su partido a nivel nacional.

El Partido Republicano sigue dividido. Un sector no quiere hacer nada y otros quieren hacer “algo”. Unos apoyan una vía a la ciudadanía y otros sólo una vía a la legalización.

Por su parte, el congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, inyectó una dosis de realidad a la discusión para abrir la puerta a acuerdos y concesiones que permitan que el proceso avance.

“Los demócratas en la Cámara de Representantes tienen que dejar de negociar desde la perspectiva de que son mayoría porque no lo somos”, declaró Gutiérrez en un programa radial.

Lo que sobran son cálculos. Se habla incluso de que los republicanos podrían programar el tema a debate el año entrante, después de las primarias republicanas y antes de las elecciones de medio tiempo, un panorama bastante complicado.

Entre el toma y daca de quién se beneficia o sufre políticamente por la falta de reforma, es la comunidad inmigrante la que paga el mayor precio. Las he mencionado previamente, pero es bueno refrescar algunas cifras.

Próximamente la administración Obama rebasará los dos millones de deportados. Y ya pasaron cinco años desde que el entonces candidato Obama formuló su promesa de promulgar una reforma migratoria.

Cada día sin acción supone que entre 1,000 y 1,200 inmigrantes enfrenten diariamente la deportación, la mayoría padres o madres de familia. Son más de 4 millones la cifra de niños estadounidenses con padres indocumentados; son más de 5,100 la cantidad de niños estadounidenses en hogares sustitutos por la deportación de sus padres.

Y si hablamos en dólares y centavos, son $197 mil millones de dólares el monto de reducción del déficit por diez años si fuera ley el proyecto de reforma aprobado por el Senado el pasado 27 de junio, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), entre varios beneficios económicos.

El republicano Upton dio un sentido de urgencia al tema. “Espero que (el asunto) no se pase al año entrante. Me parece que aún hay tiempo este año”.

¿Será? La visa para un sueño sigue en sala de espera.