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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Trump se lavó las manos como Poncio Pilatos

Por: Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Washington DC.-

Como en el pasaje bíblico de Poncio Pilatos, Donald Trump se lavó descaradamentelas manos. En un tweet cargado de hipocresía dijo: “Congreso, ponte listo para hacer tu trabajo, DACA”. En otras palabras, Trump se está limpiando de culpa por anular la orden ejecutiva que mantuvo a más de 800.000 soñadores en relativa calma. Ante sus ojos cínicos, los culpables son los representantes del Congreso. Trump es un vil cobarde.

De acuerdo al nuevo mandato presidencial, los soñadores son prácticamente deportables. A pesar de que Jeff Sessions aseguró que el gobierno de Trump implementará la nueva orden ejecutiva en seis meses, las consecuencias de esta decisión de sentirán inmediatamente.

Los que pagarán los platos rotos son todos los soñadores. A partir de hoy, estos brillantes jóvenes no tienen ningún amparo legal en el sector público ni garantías en el ámbito privado. Aquellos que se beneficiaron del programa de DACA no pueden renovar sus permisos temporales; mientras que los que pesaban refugiarse bajo su abrigo, sintieron el golpetazo racista de Trump.

Por otra parte, los soñadores que fueron admitidos a una universidad y tuvieron la fortuna de acceder a recursos del Estado, hoy esas fuentes económicas ya no están a su disposición. Es muy probable que a falta de garantía legales y recursos económicos alguno de ellos lamentablemente estará contemplando la idead de abandonar los estudios.

La situación de los soñadores es más precaria en el sector privado. DACA, que fue implementado con el gobierno de Obama, otorgaba permisos especiales de trabajo. Sin miedo a la ley y sin temor a represalias, los soñadores se presentaban en el sector laboral y competían legalmente por un puesto de trabajo. Hoy, todas esas oportunidades se desvanecieron.

A diferencia de otros grupos de inmigrantes indocumentados, los soñadores no tienen la capacidad de mimetizarse u ocultarse en la sociedad. Los riesgos están a la luz deldía. Sus nombres están identificados plenamente en el Departamento de Estado y en la Agencia de Seguridad. Para las autoridades migratorias, los soñadores son presa fácil; los pueden detectar y deportarlos cuando se les pegue la gana. Finalmente, los soñadores están expuestos a la ira y al odio de los grupos racistas antiinmigrantes.

No hay duda, está nueva maniobra de Trump es otra de sus estrategias para apaciguar las voces intolerantes de sus bases extremistas de la derecha. Trump se lavó las manos como Pilatos. Tuvo en su poder la oportunidad de extender el programa de DACA y mantener el sueño americano a más de 800.000 jóvenes. No lo hizo. Prefirió castigarlos y culpar a otros por sus impulsos racistas.