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Martes, 3 de Diciembre del 2024
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El día que Nueva York vivió en shock reflejaron la sorpresa por el triunfo de Donald Trump

Nueva York.-

Simpatizantes

En el último día de la campaña, el presidente se convirtió en la mano derecha de su ex rival. El corolario se dio en Filadelfia, donde miles de personas los vieron junto a sus esposos Michelle y Bill, Bon Jovi y Bruce Springsteen para el empujón final.

Estaba muy lejos de ser lo que pensaron, lo que planearon y lo que esperaban incluso en sus peores escenarios. Todo tenía que salir muy mal para que la escena que estaba ocurriendo ayer cerca del mediodía en el hotel New Yorker de Manhattan pasara en realidad: Hillary Clinton, la emblemática política demócrata, ex primera dama, senadora y secretaria de Estado, subía al podio para conceder su derrota y consagrar al magnate Donald Trump, con ese reconocimiento, como el presidente electo de Estados Unidos.

El evento en sí era una muestra del shock en que quedó una campaña conocida por calcular hasta el más mínimo detalle. Con cientos de voluntarios afuera y muchos medios de prensa en la calle esperando a la candidata, los bares y restaurantes del hotel se transformaron en un inesperado lugar donde los seguidores y quienes habían trabajado por la campaña se juntaban en silencio, intentando retener las lágrimas hasta que fuera posible.

Cuando Hillary Clinton llegó al momento del discurso en que pidió a quienes votaron por ella, y en especial a las mujeres, que “no dejaran de creer”, el llanto de las jóvenes miembros del equipo se hizo incontenible. Algunas se abrazaban, los más enteros consolaban a los otros, y muchos vivían en soledad, sentados, un instante que sin duda quedará entre los momentos imborrables de su vida. Hasta el clima parecía acompañar esa tristeza, con una leve pero persistente llovizna que acompañaba las declaraciones que marcaban el final de la campaña.

Un clima totalmente distinto al que, apenas unas horas antes, se había vivido a menos de quince cuadras de distancia, en la sede de la campaña de Donald Trump. Son las tres de la mañana en Nueva York y se les reconoce por sus sonrisas y sus sombreros. No son muchos y ni siquiera tienen un lugar donde estén juntos: lo más cercano a ello es la sede de la cadena Fox News, a casi cuatro cuadras del lugar donde Donald Trump daría su discurso, un espacio donde se juntaban los pocos pero intensos seguidores del magnate en su estado natal.

Apenas unos minutos antes, a las 2:30, había lanzado la alerta que los medios estaban esperando para anunciar lo que ya se veía matemáticamente como un hecho: la ventaja de Trump en delegados era irremontable y lo convertía en el sucesor electo de Barack Obama. Un anuncio que en Times Square no se vio en las pantallas gigantes, sino que circulaba de boca en boca entre las cientos de personas que se habían agolpado para monitorear el minuto a minuto de la elección.