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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
| 2:53 am

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El Mejor de los Padres

Papa

Susan, una niña de doce años, odiaba el hecho de tener que compartir su cuarto con su hermana de siete años. Soñaba con ser hija única, así tendría un cuarto para ella sola. Al parecer, el padre parecía tener la misma idea. Él iba a la escuela nocturna y añoraba tener un cuarto donde pudiera estudiar en silencio, lejos del ruido de la familia. Decidió construirse este cuarto para él. Durante los meses del verano echó los cimientos, martilló, serruchó e instaló los cables y las ventanas. A pesar de que el trabajo se demoró durante los meses del otoño, la calefacción se instaló finalmente, se acomodó la alfombra y la biblioteca se armó por completo.

El último día antes de las vacaciones de Navidad, Susan llegó de la escuela y se encontró con que el cuarto que compartía con su hermana estaba cambiado por completo. Enojada con su hermana por haber cambiado sus cosas en la habitación, la persiguió corriendo por el pasillo hasta llegar a la nueva extensión de la casa. Al llegar ahí sus padres le dieron la bienvenida con un grito: ¡Sorpresa!

Para el asombro de Susan, se encontró con que todas sus posesiones habían sido movidas, su ropa estaba colgada en el armario y sus libros ubicados en la biblioteca. Papá sabía que necesitabas tu propio cuarto, dijo su madre, así que decidió que te quedaras con este. Para tener éxito en la familia, el padre debe tener en su corazón el bienestar de cada uno de los miembros de su familia, y tomar sus decisiones y planes basado en lo que es mejor para ellos. Como un niño que cree a ciegas en su Padre, así quiero depositar mi fe en ti. Abrázame fuerte, cuídame. Te entrego todo y confío en que sabes, que es lo mejor para mí. El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer.

Yo os he amado–dice el SEÑOR–. Pero vosotros decís: ¿En qué nos has amado? ¿No era Esaú hermano de Jacob?–declara el SEÑOR–. Sin embargo, yo amé a Jacob. Porque El amó a tus padres, por eso escogió a su descendencia después de ellos; y personalmente te sacó de Egipto con su gran poder, mas porque el SEÑOR os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el SEÑOR os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.

Filipenses 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.