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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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El momento de la tenebrosidad en escena

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Desarme arma nuclear

Andamos crecidos de falsedades. Nos desbordan. Hay mucho pregonero sin conciencia. También abundanlos gobernantes mundanos, sin sabiduría alguna. Deberíamos aprender de nuestra propia historia y ser más honestoscon nosotros mismos. Sólo así podrá reinar la calma dentro de nuestros espacios. En un mundo que desea liberarsedel espectro de las inútiles batallas y de las hostilidades, la cohesión de acciones es fundamental, cuando menos paradespertar en el espíritu humano esa búsqueda mundializada y constructiva, caracterizada por la ecuanimidad, la unióny la ayuda mutua.

La actual hazaña del independentismo catalán, en la madre patria como suelen decir loshispanohablantes, es un claro testimonio de ese lenguaje repetitivo de mentiras, mezcladas con verdades malintencionadas, que nos vienen amargando la existencia a todos los españoles. Está visto que la unión es lo que daconsistencia; y, por ello, los gobiernos en lugar de generar problemas, han de solucionarlos. Están para eso, paragobernar con firmeza, pero también con mucho diálogo y flexibilidad, pero sin obviar la legalidad, pues con un poderabsoluto cualquiera puede hacerlo, hasta los necios con su soberbia.

En España, de ninguna manera se puede apelar al derecho de autodeterminación como algunos pretenden,puesto que tenemos una constitución democrática, que consolida el Estado de Derecho, asegurando el imperio de lanorma como expresión de la voluntad popular; normativa que es ley de leyes, y que no se nos olvide fue apoyada porel 91,09% de los votantes en el referéndum constitucional del 6 de diciembre de 1978. Un respeto, por tanto, a estesistema de convivencia que nos hemos dado entre todos, y que se fundamenta en la indisoluble unidad de la NaciónEspañola, donde se garantiza el derecho a la autonomía de las diversas nacionalidades y regiones, así como la- solidaridad entre todos. Por ende, pienso, que para modificarlo ha de requerir al menos una mayoría similar a la deentonces, que ahora no se da.

El dicho de “España nos roba”, o que “la autonomía ha fracasado”, es más de lo mismo,la ficción interesada de algunos, con la incongruencia de que este país tiene una de las democracias más avanzadas,puesto que para nada es un Estado Autoritario, como lo certifican todas las instituciones internacionales. En idéntico lenguaje de farsa se mueven otros discursos, como el pronunciado por el ministro de AsuntosExteriores de la República Democrática Popular de Corea, en la Asamblea General de la ONU, al subrayar que susarmas nucleares tienen fines defensivos y que sólo se utilizarían como última opción. Los gobernantes de un bando ydel otro, debieran saber que las crisis se resuelven de manera negociada, jamás con artefactos. Ya está bien de tantosensayos nucleares, de tantas tinieblas vertidas que lo único que hacen es menospreciar vidas de seres humanos. Porconsiguiente, es la hora de planificar diálogos, de fomentar entendimientos, en vez de barbaries.

Sin duda, una de lascondiciones esenciales para poder convivir unidos es el desarme. La irracionalidad de las contiendas no tienen sentidoen un mundo que va avanzando hacia la solución pacífica de los conflictos. Se ha de procurar instaurar en todaspartes del mundo el régimen del Estado de Derecho. Además, cuando se disgrega el tejido moral de un pueblo, de unaciudadanía, o de una nación, hay que temer cualquier cosa, pero nada bueno. Tampoco podemos hacer silencio ante tantas políticas corruptas, discriminatorias, con la complicidad demuchos gobernantes. A veces, el mutismo es el peor disfraz.

Pero, en fin, volviendo a los tristes muros de la patriamía, el pueblo español recibe a diario el espectáculo de la invención, expuesto hasta la saciedad por todos los canalesy medios de comunicación, repleto de disimulos y más apariencias en escena chabacana, bajo guión de una clasepolítica catalana, a mi juicio minoritaria y envuelta en mil mordidas corruptas, a la que hay que plantarle, sinmiramiento alguno, el Estado de Derecho con toda su fuerza, si en verdad queremos la construcción de sociedadescoherentes y congruentes con el espíritu democrático y los derechos humanos.