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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
| 12:46 am

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El Poder De La Mente

El poder de la mente

Uno de los descubrimientos más sorprendentes de los últimos tiempos, es que una persona puede cambiar su vida, cambiando sus pensamientos. Y esto tiene que ver con el poder de tu mente. Todos nacemos con nuestro hardware, es decir, nuestro cuerpo, y con nuestro software. Es decir, nuestros pensamientos. De pequeños, nuestros padres y el medio ambiente influyen en nuestros pensamientos y como vemos la vida. Pero cuando tomamos conciencia de las cosas y no nos gusta nuestra vida, podemos cambiarla.

Cambiando nuestros pensamientos. Somos como una laptop con password integrado, pero que no habíamos hecho uso de él. Nuestra conciencia es el password. Con ella, entramos a nuestra mente y la alimentamos con los pensamientos (software) que queremos. Hay personas que nunca hacen uso de su password y se quedan con el software que los adultos les instalaron en su niñez y adolescencia. Ahora lo sabes. La mente es mágica y sus poderes van más allá de lo que podemos concebir, aún con todos los adelantos que tenemos el día de hoy.

En cierta ocasión tomé un curso de entrenamiento de la mente. Uno de los ejercicios, consistía, en escribir en una tarjeta el nombre de una persona conocida, de la que conociéramos sus enfermedades y escribirlas en la tarjeta. Era un ejercicio en pareja, en el que mi compañero hacía lo mismo

¿El objetivo? Adivinar lo que el otro había escrito en la tarjeta, con solo mencionar el nombre del enfermo. Tenía que adivinar sus dolencias. Las señales de las enfermedades, aparecerían en forma de imágenes en la mente. Había que ser intuitivo e ir describiendo a tu compañero lo que veías. Y el te diría si acertabas o no.

Me tocó primero. Después de concentrarme, y que mi compañero me dijo el nombre de la persona, su edad y descripción física para imaginarla, comencé a ver en mi mente a la persona enferma, con una enorme bota blanca iluminada en su pie derecho “Es cierto – me dijo mi compañero- ella tiene enyesado su pie derecho”. Me quedé en shock. Seguí con el ejercicio, y a continuación vi su brazo y parte de su pecho con puntos rojos “Es cierto -me respondió- ella tiene cáncer y en esas partes es donde está enferma”.

No salía de mi asombro. Sobra decir que mi compañero también adivinó lo que yo había escrito en mi tarjeta. Todos los asistentes al curso tuvieron experiencias parecidas.