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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
| 5:42 am

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El chisme ¿inocente o peligroso?

Chisme

La palabra despierta curiosidad, intriga, morbo; ante la posibilidad de escuchar uno “jugoso” se nos alborota el deseo de saber dónde, cómo, cuándo y quién. Y es que ante nosotros se abre la deliciosa posibilidad de descubrir algo ilícito, prohibido, secreto o vergonzoso. Por culpa de los chismes, muchas personas cargan con una fama inmerecida; otras pierden relaciones u oportunidades. Las amistades se rompen. Se hieren los sentimientos. Surgen peleas y se derraman muchas lágrimas.

Aun si el chisme se basa en la realidad, este ofrece solo una parte de la historia. Por lo mismo, no les ofrece a sus víctimas el derecho a dar su versión de los hechos. Además, el chisme genera desconfianza, sobre todo en la persona que lo propaga. Muchas personas se convierten en emisoras de rumores para...

1. Sentirse superiores. Contar los problemas o los desatinos ajenos logra que se sientan mejores con sus vidas.

2. Ser parte del grupo. Participar en el “lleva y trae” es un boleto de admisión al grupo.

3. Llamar la atención Tener una “exclusiva”, mientras más candente mejor, garantiza un público ávido y numeroso.

4. Entretener el ocio. La realidad es que, para muchas, los “dimes y diretes” ajenos son una fuente de diversión muy entretenida.

De acuerdo con los sicólogos y terapeutas, el primer y más importante paso para corregir un comportamiento indeseado es reconocer por qué lo hacemos. Llevar estas motivaciones a un nivel consciente nos permite tomar el control y arreglar o mejorar las situaciones o actitudes que nos llevan a caer en este pasatiempo tan destructivo.

Esto nos da fuerza para ignorar a la persona que intenta seducirnos con un “no te imaginas lo que hizo Fulana...”, pero, sobre todo, nos ayuda a resistir la compulsión de repetir lo que acabamos de escuchar. Nunca olvides que eres dueña de lo que callas y esclava de lo que dices. Cuando se te acerquen con un: “¿Sabes lo que hizo Fulana?”, simplemente cambia el tema de la conversación. Puedes decir, por ejemplo: “No, pero me parece una chica muy simpática”.

Si la persona insiste en contar el chisme, escúchala sin mostrar la reacción que ella espera. Una expresión neutral, como “ah, vaya”, y cambiar el tema, apaga el entusiasmo de los chismosos. Si mantienes esta actitud de forma consistente, los demás captarán el mensaje. Es posible que pierdas algunos “contactos”, pero nunca a un amigo.

Si en algún momento sientes la tentación de propagar un rumor, analiza los motivos que te llevan a hacerlo. Si estás aburrido, insegura o necesitada de atención, reconócelo y trabaja en eso; esto es más productivo para ti que regar chismes e insinuaciones. Al mismo tiempo, pregúntate qué efecto puede tener ese comentario tuyo en la persona de la que hablas. Si no va a aportar algo positivo a su vida, solo alimentar la curiosidad morbosa de los demás, ¿merece la pena que comentes sobre ella?