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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Basta de politiquería

Por: Humberto Caspa, Ph.D., Profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Hillary Clinton

La problemática de Benghazi sigue vivito y coleando. No va a desaparecer ni hoy, ni mañana ni en el próximo año. Será parte de la problemática nacional hasta que Hillary Rodham Clinton, una vez que haya decidido participar en el proceso electoral, destruya al candidato de los republicanos en las elecciones presidenciales de 2016.

Dado la popularidad de Hillary Clinton con el electorado nacional, particularmente con los demócratas y moderados, los republicanos ven en la problemática de Benghazi como el único vacío en la carrera política brillante de la ex Secretaria de Estado. No saben cómo detenerla ni por donde contrarrestarla; el único recurso que les queda es el amarillismo político.

Recientemente el jefe de la bancada republicana de la Cámara Baja del Congreso, John Boehner, asignó a Tred Gowdy, representante del estado del Sur de Carolina, la tarea de investigar las implicaciones del terrible suceso de Benghazi.

El 12 de septiembre de 2102, una misión diplomática de Estados Unidos fue atacada vilmente por terroristas de grupos islámicos. En el incidente murieron cuatro personas norteamericanas, incluyendo el embajador Christopher Stevens. Inicialmente se pensó que fue un caso espontáneo, de un movimiento social que, en medio del desorden y descontrol, cometió una atrocidad sin juicio ni moral. Sin embargo, después de una investigación por parte de oficiales de la Administración Obama, se pudo comprobar que fue un atentado terrorista coordinado por elementos contrarios a los intereses norteamericanos.

Durante el proceso de las elecciones de 1912, los republicanos empujaron la agenda de Benghazi contra la reelección del presidente Barack Obama. Los estrategas de Mitt Romney, entonces candidato presidencial, quisieron cambiar la realidad de todo lo que sucedió y se dijo en torno a este problema. No les resultó; el tiro les salió por la culata. El único que resultó lesionado fue Romney.

A dos años de ese proceso político electoral, los republicanos nuevamente tratan de encontrar en Benghazi ese tema bendito que les permita recobrar el aura ganadora.

Hoy, el objetivo de los republicanos ya no es debilitar a Obama, sino detener la popularidad de Hillary Rodham Clinton. Esta evaluación es relativamente correcta. Si las elecciones se llevaran a cabo hoy, Hillary Clinton sería elegida presidente en forma abrumadora. No hay quien la pare. Incluso, el ex gobernador de Miami, Jeb Bush, quedaría lejos si los dos se enfrentaran en el tramo final de las elecciones de 2016. Los republicanos necesitan poner fin a los dimes y diretes de la política amarillista.

Lo recomendable es que busquen un candidato idóneo y capaz de ponerse a la altura de quién aparentemente será la candidata de los demócratas. Boehner y sus seguidores en la Cámara Baja del Congreso no hacen más que empañar el futuro inmediato del Partido Republicano. Una gran parte de los norteamericanos están cansados de las incongruencias del Congreso. La politiquería debe quedarse en el pasado.