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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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El amor ha de unirse a todas las culturas

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

El amor

A veces la naturaleza del ser humano es perversa, lo que exige injertar algunas bondadesadheridas a nuestra innata existencia, para que el cultivo sea más humano. Hablo de esa culturaadquirida, en la que no se puede permanecer estáticamente, puesto que todo está en movimiento. Hasta elamor se fecunda permanentemente. Por otra parte, poco tienen de afecto aquellas tradiciones que nosdegradan, deshumanizan y lesionan. Son violaciones a la propia especie que debemos combatiractivamente hasta que desaparezcan.

Pienso, ya que en este mes celebramos el Día Internacional detolerancia cero con la Mutilación Genital Femenina (6 de febrero), en tantas niñas y mujeres destrozadasde por vida. Ciertamente, tenemos que conservar lo mejor de nuestras raíces, pero también hemos deabandonar todo aquello que nos cause daño. Y, palpablemente, nos menoscaba todo aquello que no llevaimplícito el amor, que además todo lo iguala. Sin duda, el momento histórico que vivimos ha deempujarnos a tratar de encontrar caminos de luz, desde una cultura de entendimiento y proximidad,orientada hacia la solidaridad, o si quieren hacia las pruebas de amor, cuyo cenit radica en dejar vivirlibremente.

Desde luego, para poner fin a la indigna mutilación genital femenina es preciso contar con todoslos sectores sociales para desenmascarar el absurdo de una tradición. Se trata nada menos de educar a laspersonas y de comprometer a las comunidades en el universal derecho a la salud sexual y reproductiva, ya una vida sin violencia ni discriminación. Volve- mos al amor para reeducarnos. No hay otro abecedariocomo el del amor para transformar.

Por desgracia, se calcula que a día de hoy -según Naciones Unidas-hay unas ciento veinticinco millones de niñas y mujeres mutiladas en veintinueve países de África yOriente Medio. En consecuencia, no podemos caer en la desilusión, o en la actitud de Pilato de "lavarnoslas manos", encerrándonos en nosotros mismos, hay mucho trabajo que hacer para recuperar el horizontede la vida, donde cada vida es fundamental e imprescindible. De lo contrario, si la tendencia actualcontinúa, para 2030 aproximadamente ochenta y seis millones de niñas en todo el mundo sufrirán algúntipo de mutilación genital, con sus consabidos efectos negativos y traumatizantes para la salud, y otrasveces, incluso la muerte.Ante estas realidades numéricas no podemos permanecer indiferentes. Esto no pasaría siamásemos sin medida.

¿Por qué nos dará tanto miedo cultivar el amor? Tenemos que huir de esanaturaleza malvada que acosa a la humanidad, y apostar por otra vida más afectiva, en sintonía con laspropias emociones interiores y los propios sentimientos del alma. El peligro individualista, así como elriesgo de vivir en clave egoísta está ahí, en todas las culturas. Deberíamos huir de esta tendencia culturalque nos acompleja, por sus muchos tormentos que nos aplican en vena, optando por ser más generososcon nuestros semejantes. Igual que nadie puede arrinconar a nadie porque sí, tampoco nadie puede mutilara nadie sin más. El hecho de que algunas prácticas hayan existido durante mucho tiempo no justifica sucontinuidad.

Sea como fuere, hemos de tener altura de miras, para darnos la oportunidad de cambiartradiciones que nos embrutecen. Ha llegado, pues, el momento de humanizar las culturas y, asimismo, deavivar la defensa de la ciudadanía y de su promoción cultural.