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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
| 11:36 am

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Es importante cooperar en el respeto mutuo

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Respeto mutuo

Hace unos días paseando por una suculenta comarca española situada en el extremo meridionalde la provincia de Granada, concretamente por su Costa Tropical, me sorprendió un grupo de niños, de nomás de doce años, invitándome a comprar unas piedras que ellos mismos habían pintado. O en su defecto,les diera algunas monedas porque decían: "no tener dinero". Realmente me costaba dar crédito a lo queestaba oyendo, fundamentalmente en un lugar privilegiado por su propia riqueza natural, que contradice aese trabajo infantil estrechamente vinculado a la pobreza.

Rápidamente me di cuenta, que aquí laindigencia era otra, a estos chavales lo que les faltaba quizás fuese una familia estructurada, que sepreocupase por ellos; y, sobre todo, una educación en valores. Si así no fuere, estos mozalbetes ante lanegatividad a comprarles algo, no hubiesen actuado con deprecio hacia mí, máxime cuando me habíainteresado por su trabajo artístico. Únicamente querían dinero. La mundanidad les ha robado hasta lainocencia. Ya no digamos el respeto generacional.

Días después, tras reflexionar sobre esta situación vivida, pienso que el derecho a la educaciónsigue siendo un concepto abstracto, alejado de la realidad de la vida cotidiana, inclusive en países quetienen sobre el papel un conjunto de acciones formativas diversas, obviando que la consideración por losotros es la primera condición, tanto para saber vivir como para acertar a convivir con los demás.

Anteeste cúmulo de despropósitos, pensaba que es un acierto o un principio de buen tacto, que este añocoincidiendo con el Día Mundial contra el trabajo infantil (12 de junio), se haga un llamamiento a favorde una educación de calidad, gratuita y obligatoria para todos los niños hasta por lo menos la edadmínima de admisión al empleo, emprendiendo acciones formativas integrales para llegar a aquellos críosque únicamente viven en el mundo de los derechos y sin ningún deber.

Efectivamente, hay que decir ¡noal trabajo infantil!, pero también hay que decir ¡sí a una educación que nos forme como personasresponsables!. Por supuesto, no podemos omitir que cada día son más los menores de esta parte delmundo desarrollado, donde la educación básica está garantizada, que agreden, no solo a indigentes,también a sus propios progenitores. Ante estas circunstancias lo peor es permanecer pasivos, cuando loprioritario, debería ser garantizar una red asistencial que de una respuesta directa y adecuada a estefenómeno emergente.

Convencido, pues, que hoy muchos de los niños tienen más necesidad de respeto que de pan, yteniendo en cuenta que la deferencia a uno mismo es el primer eslabón educativo, creo que es hora dereflexionar más allá del sometimiento a los mercados, algo que es despreciable por principio. Noolvidemos que sí importante es que la economía global active oportunidades y cree empleos para todos,también es fundamental forjar personas que sepan cohabitar, gobernarse a sí mismos, con estilo de vidasaludables, preocupados por sus semejantes, puesto que la educación no es un mero asunto deaprendizaje, es también una tarea que consiste en obtener lo mejor de uno mismo, para poder compartir ycomprender.

Dicho lo cual, estimo importante incidir en la idea de que la forma de comportarse de unchaval siempre es aprendida. Por consiguiente, también se educa para que tengamos conciencia de lo quesomos y de lo que aspiramos a ser, sobre todo para adquirir conciencia de la justicia. En este sentido, nosalegra que Alemania conmemore este año el veinticinco aniversario de la reunificación del país y Merkelhaya querido agradecer la contribución de Estados Unidos, y que pese a las diferencias de opinión quenaturalmente las habrá, subrayase esa alianza cooperante, cuando menos por un mundo más humano. Sonestos referentes morales los que en verdad nos hacen respetarnos; sin embargo, cuando los que mandanpierden la vergüenza, también los que obedecen pierden la estima por el otro.