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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Niños Infelices

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Ninos infelices

Decía el inolvidable dramaturgo y novelista irlandés, Oscar Wilde, que “el medio mejor parahacer buenos a los niños es hacerlos felices”; y es, verdaderamente cierto, en la medida en que elsufrimiento de los chavales esté permitido, aparte de que el futuro se desmorone, también el mundo seentristece, pues no existe amor verdadero. Realmente cuesta asumir que más de sesenta y cinco millonesde niños y adolescentes en todo el mundo, según datos recientes de Naciones Unidas, se hallen fuera desu país, tras huir de la pobreza, los conflictos y de fenómenos climáticos extremos; con lo que estoconlleva de dolor; no en vano, la patria es como la familia, la sentimos y la necesitamos, ¿piensen que laperdemos?. Por ello, deseo elevar mi voz en favor de la protección de estos seres desamparados, cuyapatria no existe.

Su mirada triste, tristísima, lo dice todo. Cuesta mirarles a los ojos. Apenas sonríen. Estáncrecidos de lágrimas, desbordados de penas. Desde luego, sin una familia armónica tampoco se puedepercibir al futuro con confianza. Por desgracia para todos, cada día son más los niños infelices, que noentienden nada de lo que les pasa, muchos son niños necesitados de cariño, con necesidad de serarropados por una caricia o por una simple percepción de acompañamiento. Una sociedad que genera niños infelices se está matando a sí misma. A veces es cuestión deadhesión, de visiones confluentes y protectoras, que de continuidad a la cadena de amor y fraternidad quenos une. Otras veces de sustento vital.

En este sentido, hay que elogiar a la Comisión Europea que acabade adoptar un programa de treinta millones de euros para proporcionar leche de consumo a 350.000 niñossirios, lo que reforzará un programa de distribución de alimentos que ya están operando para los escolaresfinanciados por la UE en Siria. ¿Imagínense un cambio de actitudes por parte de los adultos?. Porejemplo, con los alimentos que se desperdician en América Latina, se podría ali- mentar a trescientosmillones de personas. Por si fueran pocos los despropósitos, tenemos otros pavorosos escenarios. Algunosniños, como los de Yemen, están atrapados en un círculo vicioso de violencia e incertidumbre. Tambiénlos hay, en ese otro mundo desarrollado, que viven encarcelados en un pozo de soledad, aunque despuéstengan todos los caprichos.

Ante estas bochornosas situaciones, pienso que deberíamos proteger muchomás a la infancia, sobre todo a la hora de aplicar políticas que les defiendan frente al abuso, ladiscriminación y la barbarie, que nos la encontramos en cualquier esquina o plaza del pueblo. En ningunaparte del mundo, el niño está totalmente a salvo. Y aunque, es cierto que el derecho a la protección está recogido en más de veinte artículos de laConvención sobre los Derechos del Niño; sin embargo, millones de niñas y niños de todo el mundo estánexpuestos a todo tipo de explotación y tropelías.

Por consiguiente, a mi juicio es fundamental llevaradelante proyectos contra el trabajo esclavo, contra el reclutamiento de niños soldados y cualquier tipo decrueldad sobre los menores. Por otra parte, también deberíamos reafirmar el derecho de los niños a creceren una familia, con un padre y una madre capaces de crear un espacio idóneo para su desarrollo ymadurez afectiva. Esto comporta, igualmente, apoyar a los progenitores en la educación en valores; pues,como dice un adagio: “educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”. Evidentemente, en cada chaval prosigue la humanidad, lo que seremos en un futuro. Dicho enpositivo, su felicidad o su infelicidad, nos va afectar a todos. De ahí lo importante que es injertar ternura ala hora de tratar a cualquier niño, y, aún más si cabe, a esa niñez abandonada.

En cualquier caso, estimo,que si hay alguien que ha de ser privilegiado ese ha de ser el chaval. Es más acertado contenerlo desde elcariño, que por temor o el castigo. El afecto siempre amansa, y aunque la búsqueda de la felicidad es unacuestión seria, lo que debemos intentar el mundo de los adultos, es dejar un legado en el que todos loshombres, mujeres y niños, disfruten de todos sus derechos humanos.