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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Para celebrarlo

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Encuentros

Me parece una buena noticia que pocos días después de la entrada en vigor del Acuerdo de Paríssobre cambio climático, líderes de todo el mundo mostrasen un fuerte apoyo a su ejecución. Lo que antesparecía impensable ahora se ha vuelto imparable. Para celebrarlo. Unidos por una misma preocupación.Afanados por un planeta que a todos nos pertenece.

¡Ojalá sea así! Nosotros mismos formamos parte desus elementos; del aire que nos alienta, del agua que nos vivifica, y hasta del orbe que nos concierta. Nadanos puede, pues, resultar indiferente. Somos una especie adherida al último grano de polvo del astro. Portanto, siempre es una gozosa noticia que nos ocupemos y nos preocupemos, como colectivo fraternizado,por el deterioro del mundo y por la calidad de vida de sus moradores.

Está bien de que todos tomemosconciencia del respeto al medio ambiente, y que cuidemos la naturaleza, como si fuese algo distintivo, detodos y de cada uno de nosotros. No podemos seguir sembrando toxicidades por mucha productividad quenos genere. Los paisajes han de dejar de estar inundados de basura, tienen que estar limpios para quecrezca el mejor de los poemas, nuestra existencia. La salud del hábitat mejora nuestra salud y esto es lorealmente importante. Todo lo demás sobra.

Tenemos que dejar de ser una generación de derroches ydesperdicios, y reciclar más. También nosotros hemos de reciclarnos con otras maneras de vivir másrespetuosas con el ecosistema.Sabemos que las ciudades, con sus ciudadanos a la cabeza y con algunos ejecutivos de empresas,han sido cruciales para movilizar el apoyo político para el Acuerdo de París. Desde luego, el sectorempresarial deberá aprovechar aún más las oportunidades que se han generado con las energíasrenovables.

Hoy nadie niega que hay un consenso científico muy sólido que indica que nos hallamos anteun preocupante calentamiento del sistema climático. En parte podíamos haberlo evitado con otraactividad humana más consciente y responsable, con la gran concentración de gases de efectoinvernadero. Lo mismo pasa con el deterioro del agua, un bien cada día más escaso, que merece cuan- domen o s reglamentación y controles eficientes. La pérdida de selvas y bosques, lo que implica al mismotiempo la pérdida de especies, es igualmente una mala noticia.

No tenemos derecho a triturarnos conmaneras de vivir que tienen efectos nocivos para todos. Debemos ser más respetuosos con la vida. Laresponsabilidad de todo ser humano es manifiesta, deberíamos dignificarnos, pero tambiéncomprometernos con aquellas especies en vías de extinción. Que ninguno se lave las manos como Pilatos. Nadie está inmune a los impactos del cambio climático.

Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimientodesmedido y desordenado de muchas poblaciones, que no han respetado ni el curso del agua en ocasiones. Junto a este caos urbanístico, están los problemas del transporte, la contaminación acústica y visual. Siempre es saludable rectificar. Ahora sabemos que el ambiente humano y el ambiente natural searmonizan o se degradan juntos. Por eso, hay que fortalecer mucho más la reacción política internacional.

En este sentido, nos llena de optimismo, que en el marco del Acuerdo de París, los países ricos se hayancomprometido a movilizar cien mil millones de dólares al año, para 2020, destinados al auxilio de lospaíses en desarrollo, con vistas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y de adaptarse alaumento de la temperatura global. Sea como fuere, los países desarrollados deberán hacer todo lo posiblepor acrecentar los apoyos a las naciones en desarrollo que tratan de amoldarse a estos efectos dañinos delcambio climático; propiciados, en mayor o en menor medida, por toda la humanidad. Luego, deberíamosser todos más ecologistas, pero de acción, no de boquilla, ante el avance del arquetipo tecnocrático.

Encualquier caso, jamás nos resignemos a la lucha por un planeta más habitable y tampoco renunciemos apreguntarnos por los desenlaces y por el sentido de todo aquello que nos circunda. Quizás nosmerezcamos otro estilo de vida menos político y más poético, más de todos y de nadie en particular. Yaestá bien de tantas superioridades y privilegios para algunos. Es hora de activar la experiencia de unaconversión, de un cambio de vida más acorde con nuestro propio corazón. Cuando no hay humildad nosdegradamos. Pensemos en esto.