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Lunes, 2 de Diciembre del 2024
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Momento de buenos propósitos

Por: Víctor Corcoba Herrero/ Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Buenos propositos

Me encanta esta coyuntura de buenos propósitos. Ojalá no fuese un tiempo pasajero y gobernasepor entero nuestras vidas. Sin duda, deberíamos poner en práctica, ese retorno a la humildad, alacercamiento de la gente, algo que siempre nos engrandece las vísceras. En demasiadas ocasiones,andamos excesivamente perdidos, degradados e insatisfechos. Este fruto lo propicia en parte, nuestrapropia altanería, nuestro endiosamiento y nuestro orgullo. Deberíamos ser más auténticos y transparentes,más de ese Niño que nos nace en el fondo de nuestras entrañas, más de alentarnos el espíritu unos a otrosque de alimentarnos el cuerpo, pues cuando uno sacia el alma hasta el vivir se torna mucho máscompasivo. En el fondo, no necesitamos nada más que sosegarnos y reencontrarnos con la autenticidad.

Lo verdadero es lo que nos exige mirada pura y corazón abierto para acoger y no desechar, y así poderpoblar un planeta más de todos y de nadie, con unos moradores conciliados en el amor, reconciliadosconsigo mismo. Es cierto que el momento actual nos aleja de ese verbo conjugado con la luz, pero nos distanciaporque nosotros así lo queremos, con nuestras incoherencias en el camino, con nuestras contradiccionesde no saber escuchar, con nuestras desuniones e irracionalidades diarias.

Bajo este modo de vivir y conesta manera de ser, tan egoísta, nos cargamos cualquier esperanza. Llevados por las emociones nosolvidamos de lo transcendental, de hacer un espacio en nuestro interior, de buscar una ocasión parareflexionar, porque lo importante no son las comidas y las cenas, lo significativo es que tenemos quealegrarnos con los demás, que llorar con los demás; porque, por esta común calzada, tampoco puede iruno solo, necesita acompasar y acompañar, sentirse alguien para el otro, convivir con el otro, y hasta serpara el otro el latido que necesita, la música que le ilusiona, el hombro que le sostiene. Pensemos quemeditar es una forma de conocerse sabiamente. Y conociéndonos, creo que es un buena fórmula parapoder cambiar.

Sólo hay que volver al relato de ese Niño, al que nadie quiere acoger, obligado a nacer enun establo porque n o había sitio en la posada. De ahí nace la inhumanidad, la deshumanización, la falta deestima por nuestra propia especie. Por tanto, los buenos propósitos, no pueden estar ligados a una fiesta de derroches, sino a latarea de albergar. Los creyentes deben saber que la genuina Navidad, no es un festín más, sino que es unaetapa de interiores, de crecer bajo el referente de la pobreza de Dios, que se despojó de sí mismo,tomando la naturaleza de siervo. Los no creyentes han de saber, igualmente, que el real júbilo nace delcompartir, del despojarse de uno mismo hasta enternecerse por dentro.

Para desgracia nuestra, o sea, paradolor de todos, seguimos encerrándonos en nuestro yo y en el de los nuestros. Nuestras hospederíasinternas muestran una indiferencia total hacia esos migrantes que se han convertido en las principalesvíctimas de la trata por parte de los llamados comerciantes de esclavos del siglo 21. “Miles de hombres,mujeres y niños desaparecen de campos de refugiados en Europa y otras partes del mundo”, acaba departicipar recientemente al orbe, el director del organismo de la ONU, quien subrayó asimismo lanecesidad de una mayor cantidad de recursos para combatir ese delito. Desde luego, las autoridadesdeberían prestar mayor atención en proteger a cualquier poblado o población y condenar, con mayorfirmeza, los atropellos de derechos humanos.

Indudablemente, el mejor proyecto es el compromiso de cada cual de conservar ese ánimomístico, que nos hace más solidarios, cuando menos durante el mayor tiempo posible. En otro tiempo, losfuegos armónicos celestes y los elementos de la naturaleza, los pastores y los Magos de Oriente apiñadosen una continua profesión de obediencia y respeto, dieron al mundo un anticipo de lo que el Creador obraen favor de los seres humanos y en la fortaleza de cada uno. Hoy, en el tiempo presente, también debeunirnos en esa promesa de ser constructores de bien, personas de paz. Pongámonos en el lugar del quesufre o está sin cobijo, por un instante. Justo, por eso, requerimos menos rearmes y más brazos extendidospara convertirnos en una familia, donde todos seamos reconocidos y rescatados para trazar ese itinerariode fraternidades. Nada de rechazos. ¡Siempre con la bondad en el bolsillo!. ¡Siempre!.